Del ay del nacer...
 

H ijo soy del ay, mi hijo,
hijo de su padre amargo.
En un ay fui concebido
y en un ay fui engendrado.
Dolor de macho y de hembra
frente al uno el otro: ambos.
En un ay puse a mi madre
el vientre disparatado:
iba la pobre –¡ay, qué peso!–
con mi bulto suspirando.

¡A y, que voy a malparir!
¡Ay, que voy a malograrlo!
¡Ay, que me apetece esto!
¡Ay, que aquello será malo!
¡Ay, que me duele la madre!
¡Ay, que no puedo llevarlo!
¡Ay, que se me rompe él dentro,
ay, que él afuera! ¡Ay, que paro!
En un ay nací: en un ay
y en un ay, ¡ay! fui criado.

¡A y, que me arranca los pechos
a pellizcos y a bocados!
¡Ay, que me deja sin sangre!
¡Ay, que me quiebra los brazos!
¡Ay, que mi amor y mi vida
se quedan sin leche, exhaustos!
¡Ay, que enferma! ¡Ay, que suspira!
¡Ay, que me sale contrario!


H
ijo de su padre amargo... En Adán y Eva comienza la roja cadena de tristeza.
"Iba la pobre, ay que peso / con mi bulto, suspirando..." Se reproduce el lugar común de los dolores de parto como maldición divina. Se ignora el parto preparado, el parto sin dolor.
¡Ay, que voy a malparir...!: Nos informa Efrén Fenoll: "Cada verso es un trozo de Miguel. Su poesía es pura autobiografía. Hasta su nacimiento cantó. Su madre, la tía Elvira, como la llamábamos en la calle Arriba, tuvo con Miguel un parto harto difícil, quedando para siempre lesionada, recogida, como una monja tímida que no molesta a nadie." En Sino sangriento escribe Miguel: "Vine con un dolor de cuchillada, / me esperaba un cuchillo a mi venida, / me dieron a mamar leche de tuera, / zumo de espada loca y homicida, / y al sol el ojo abrí por vez primera / y lo que vi primero era una herida...
¡Ay, que mi amor y mi vida / se quedan sin leche, exhaustos...!" Cuando quedó embaraza Josefina del segundo hijo, cesó la leche para el primero, que falleció a los diez meses de vida. Son conocidas las Nanas de la cebolla: a Josefina se le había escapado que se alimentaba sólo con pan y cebolla...
¡Ay que me sale contrario! Puede sugerir las luchas de Miguel con sus padres: incomprensión, trato seco y duro... Tuvo que escaparse de casa a los 21 años para realizar su vocación literaria.

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