D
onde la pi
erna asciende a maravilla
y apunta hacia el misterio y la cautela;
donde acaba el vestido y se desvela
el sueño del encaje por la orilla.

Visible rosa donde el viento humilla
su giratorio afán de falda y tela.
Flor de la pierna, nudo, centinela
del campo de la seda: la rodilla.

Desde aquí, alta columna adivinada,
es clandestino el roce y la mirada
se ciega entre su nieve y la clausura.

Y en duda de ser ala o de ser viento
asciende femenino el movimiento,
tierra en los pies y cielo en la cintura.

                                                                                   Luis López Anglada | Siguiente