¡Cuántas
veces los dos hemos salido prolongando la espera
tan frecuentada ya por sus pisadas
y andada con su ritmo hacia la sierra!...
Gorgeos
matinales nos descubren
otra vez, pero aquella
éramos, los dos solos, nuestro abrazo,
y ahora somos también su mies pequeña,
su
pelusilla rubia, su puñado
de sol, de agua despierta,
¡cortejadla, mis pájaros, y amadla,
mi ruiseñor, y mirlo, y oropéndola!...
Con mi niñita
nueva bajo el brazo
salgo a la primavera,
¡mirad que os la presento, aún con escarcha,
recién hecha de amor, y nuestra, y vuestra!
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