E
stá el agua que trina de tan fría
en la pila y la alberca
donde aprendí a nadar. Están los pavos,
la Navidad se acerca,
explotando de broma en los tapiales,
con los desplantes y los gestos bravos
y las barbas con ramos de corales.
Las venas manantiales
de mi pozo serrano
me dan, en el pozal que les envío,
pureza y lustración para
la mano,
para la tierra seca amor y frío.
H
aciendo el hortelano,
hoy
en este solaz de regadío
de mi huerto me quedo.
No quiero más
ciudad, que me reduce
su visión, y su mundo me da miedo.
¡C
ómo el limón reluce
encima de mi frente y la descansa!
¡Cómo
apunta en el cruce
de la luz y la tierra el lilio puro!
Se combate la
pita, y se remansa
el perejil en un aparte oscuro.
Hay az´har, ¡qué
osadía de la nieve!
y estamos en diciembre, que, hasta enero,
a
oler, lucir y porfiar se atreve
en el alrededor del limonero.
L
o que haya de venir, aquí lo espero
cultivando el romero y la pobreza.
Aquí de nuevo empieza
el orden, se reanuda
el reposo, por yerros
alterado,
mi vida humilde, y por humilde, muda.
Y Dios dirá, que
está siempre callado.