Estos
geranios rojos algunas veces aún me encogen la luz y me rasgan el
alma si dirijo los ojos al balcón donde tú los regabas y
regías. Estos geranios rojos me gritan y me arrojan su memoria
de ti y aún enrojecen alguna vez mis ojos.
Han
pasado dos años. Los dejaste más que tú resistentes a
la reja del tiempo. Yo los sigo regando, retirando sus viejas flores ajadas,
viendo amanecer las nuevas que en el recuerdo tuyo me trajean de aurora
los balcones. Con
tus geranios rojos, juego y fuego, puedo mimarte en flor cada mañana y
acogerme a tus pétalos más lejos que la muerte. |