AS
primaveras que me queden quiero
que encuentren alertada mi alegría.
No sé cuántas serán. Por mí tendría
siempre en el alma a Mayo prisionero.
Como
aquel olmo de Machado, espero
mi turno de milagro todavía.
No me neguéis un sueño. Se sabría
si ya tan sólo nos quedase Enero.
Si
alguien dice que todo es diferente,
que los tiempos cambiaron y a la frente
sólo el recuerdo o la ceniza alcanza,
yo,
por si acaso, cuando Mayo asome
sacaré el alma al sol, para que tome
otra vez lo que pueda de esperanza.
Luis
López Anglada
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