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Yo
tengo mi agujero oscuro y calentito. Si miro hacia lo alto, veo un poco
de cielo. Puedo dormir, comer, soñar con Dios, rascarme. El resto
no lo entiendo. GABRIEL
CELAYA
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Cuanto
tocamos, cuanto creamos los humanos, queda transido de alma.
Aunque no se subasten en nuestra despedida, nuestras cosas quedarán
empapadas de aura, adobadas de sueños. Lorenzo Gomis, en [Lo
humano no es el hombre, es lo que deja...]
rescata el valor de los objetos que un día
fueron acariciados por un ser de luz: muñeca, azadón,
silla
baja con su madeja de color... (El
guapito central de la foto, tomada
¡hace 64 años!, es el que os habla. ¡Dios
mío, parece que fue ayer!). |
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