S omos como un caballo sin memoria,  
somos como un caballo 
que no se acuerda ya 
de la última valla que ha saltado.  

Venimos corriendo y corriendo 
por una larga pista de siglos  
y de obstáculos.                    
De vez en vez, la muerte... 
 ¡el salto! 
Y nadie sabe cuántas  
veces hemos saltado 
para llegar aquí,      
ni cuántas saltaremos todavía 
para llegar a Dios que está 
sentado 
al final de la carrera... 
esperándonos. 

Lloramos y corremos,  
caemos y giramos, 
vamos de tumbo en tumba 
dando brincos y vueltas entre pañales y sudarios.