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La
escalera del viento hacia Tu altura, se deshace en mis pies, y yo no puedo
subir, oh Dios, y sin subir, me quedo flotando como pluma a la ventura.
¿En
dónde estoy, oh Dios, o en qué postura pondré mi vida,
o cómo desenredo los hilos de mi ansia, y me hallo, y cedo -a quién,
mi Dios- mi peso de amargura? Así
impaciente, por llegar, me estiro, y me rompo la vida, y más me afano,
y arriba voy volando en un suspiro... Mas
Tu cielo es un velo tan lejano... ¿En dónde estoy, mi Dios,
en dónde? Y miro, y estoy sobre 1a palma de Tu mano.
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