Oh Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo.
Sal 62 
 



T
uyo el poder y tuya la palabra.
Escribe con tu luz. Marca a fuego tu punto
de sol en el levante que amanece.
Ponle a todo el paisaje los verdes, oros, lujos
de tu propia belleza.
Mueve las voces con que el alba vibra.
Echa a volar al viento
y sóplale su ritmo a la mañana.
Dales acento, música, su segura cadencia
a los seres que creas con tus ojos.

Ama
como sólo Tú sabes.
y saldrá de tu boca, de tus manos
tu poema redondo como un día.

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