Estos geranios rojos
algunas veces
aún me encogen la luz y me rasgan el alma
si dirijo los ojos al balcón
donde tú los regabas y regías.
Estos geranios rojos
me gritan y me arrojan
su memoria de ti y aún enrojecen
alguna vez mis ojos.

Han pasado dos años. Los dejaste
más que tú resistentes a la reja del tiempo.
Yo los sigo regando, retirando sus viejas
flores ajadas, viendo
amanecer las nuevas que en el recuerdo tuyo
me trajean de aurora los balcones.

Con tus geranios rojos, juego y fuego,
puedo mimarte en flor cada mañana
y acogerme a tus pétalos más lejos que la muerte.

 


Jesús Mauleón

         
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