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ólo el niño conoce los colores. La brizna de la hierba, la mariposa
azul, la mariquita grana, los granitos de polen. Niño feliz con
los primeros lápices de colores. La gran página en blanco
y en la mano la gloria de los ojos. Rayas, estrellas. cruces, garabatos
y peces de colores. Niño feliz inaugurando el verde, el índigo,
el naranja y el violeta. Rayos de añil, relámpagos de oro,
rúbricas orbitales, torpes ajedrezados de marrones y glaucos y sienas
y escarlatas.
A
sí, desde las flechas de cazadores ágiles de ciervos sobre
lienzo de roca en negro y ocres al frenesí de los vitrales encendidos
de púrpuras y cielos desmenuzados, en delirio de príncipes.
En el primer cuaderno de la escuela y en códices polícromos,
el verde brinca, el carmesí cornea, y el carmín ríe,
y el morado clama y el rosa se declina, se enciende el amarillo y pone
el gules su sello real. Y
tacha y cruza y danza, corre, caracolea, torea sobre el ruedo del
papel ya cuajado de estrellas, de sombreros y claveles, la mano con la
furia inocente del niño entusiasmado. N
iño feliz con las primeras tizas, con los primeros lápices,
con los primeros pájaros, con las primeras flores, con los primeros
peces, con los primeros sueños de colores. N
iño feliz pintando para siempre. |