Hizo
falta este agosto sin orillas en la mañana que no mueve el viento,
estar en vacación desde la nube hasta la paz tendida de los huesos.
El sol parece quieto en su camino. Ningún latido en el compás
del tiempo. Repliego la mirada hacia mi hondura y es un niño sin
voz lo que contemplo. Torpe para nadar, le duele el agua. Torpe para
los saltos y los juegos. -Torpe, torpe
-le dicen. Y él
me mira. Tiembla una luz delgada entre sus dedos. Nunca se alzó
bastante hasta los nidos. Torpe, si no era en alcanzar los sueños.
Agua miope y dulce va a sus ojos. Yo me conozco naufragando en ellos. |