De
noche, cuando duermes, robas al sueño nenúfares purísimos,
lirios, romero... Mari
Carmen, florista, carmen de huerto: azahar de naranjos ¡embriagamiento!
Cantas
a los claveles coplas ardiendo. Su penacho de lava provoca incendios.
Enredaste
un narciso por tus cabellos. El narciso-trompeta grita: ¡Te
quiero! Por
mi ojal he clavado rosa de fuego, mi amor que crece y crece: rojo
deseo. Tu
tienda es, Mari Carmen, arca de cedro donde salvar las flores si
llora el cielo. Hueles
a nardo y rosa cuando te beso. Yo perfumo mis labios con sentimiento.
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He
plantado ternura en verde tiesto. Nacieron corazones: pequeños
versos. Tejeré
una diadema con flor de almendro para ti, primavera de mis ensueños. Cuando
riegas las flores, lloras por dentro: tu patio de azaleas está
sediento. Con
húmedas caricias, mojados versos, palabras como nube, lloveré
tierno. Ya
separas tu ramo, novia del viento: margaritas silvestres, soles abiertos. Y
repaso tu boca por si la pierdo, por si amanece dalia sobre tus cerros. Nicolás
de la Carrera |