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Las
ventanas colmadas de jardín
iluminan, Esposa, tu figura
con una luz de Biblia, luz de nubes,
eco resplandeciente de la altura.
Tu
amor es como el pan del evangelio,
manantial que discurre en onda pura
abrevando mi sed de eternidad
en dones sucesivos de hermosura.
Sobre
el fondo de pinos y castaños,
Esposa mía, vives en mi sueño,
cruzas la galería de los años,
guiándome
al jardín de la dulzura,
donde alumbra las cosas con su luz
el oro que corona tu escultura.
Esposa
mía, hermana, buenos días.
El aire, el sol saludan tu presencia.
Gracias a tu ternura el mundo es nuevo.
Dimensión clara adquiere la existencia.
El
amor, Continente descubierto
por ti, me da su flora prodigiosa,
su mina inagotable de riquezas.
Vivimos en la isla más dichosa.
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