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¿Qué
es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos y en ellas,
¡oh, gracia!, brotaron rosas como estrellas.
Y
voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisa con llanto
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.
Y
murmura al verme la gente que pasa:
¿No veis que está loca? Tornadla
a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!
¡Ah,
pobre la gente que nunca comprende
un milagro de éstos y que sólo entiende
que no nacen rosas más que en los rosales
y que no hay más trigo que el de los trigales!
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Que
requiere líneas y color y forma
y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: Voy con la dulzura,
de inmediato buscan a la criatura.
Que
me digan loca, que en celda me encierren,
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo, carcelero fiel.
Cantaré
lo mismo: Mis manos florecen,
rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
de un inmenso ramo de rosas de Francia!
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