C on tus manos morenas y afiladas
en el jardín estás jugando ahora
–siempre la misma, loca y reidora–
con alegres cerezas encarnadas.

P arecen en tus manos enjoyadas
un aderezo nuevo de rubíes.
Juegas con las cerezas y sonríes
viéndolas en tus dedos enredadas.

L a más redonda, fresca y roja muerde
tu diente blanco, y al gustar la verde
carne que no está dulce todavía,

la tiras por el aire sonriendo
mientras yo me pregunto: ¿no estaría
mi ensangrentado corazón mordiendo?

 

        
 
                   

                      Poesía de Trascendencia | Rafael Sánchez Mazas | Siguiente