2.
¡Qué hermosa
eres, amiga mía!
4, 1-4
 
Sugerí a unos jóvenes que realizaran, en collage sobre cartulinas de color, la surrealista descripción de la amada (4,1-7). De sus ingeniosos recortes surgió ¡un delirante retrato a lo Dalí! Efectivamente, al novio le brota, en movimiento descendente, una caleidoscópica cascada de vivas imágenes, tiernas y divertidas, pastoriles primero, agrícolas y artesanales después (4,1s):


¡Q
ué hermosa eres, amiga mía,
qué hermosa eres!

T us ojos son palomas
detrás de tu velo.

S on tus cabellos como hato de cabras
que ondulan por las pendientes de Galaad.

T us dientes: ovejas esquiladas
que acaban de bañarse,
todas con gemelos,
ninguna estéril.


L
e había pedido su amiga besos y caricias. Y él, de momento, se extasía contemplándola vestida ya de novia, con el velo nupcial tamizando la luz de su salvaje belleza. Y, como por un sueño, visualiza, en los ojos, inocentes y mágicas palomas –¡la mirada lo primero, asomarse a la ventana del corazón!–. Su negra cabellera es vuelo de cabritillas por cerros de olas. Y rebaño blanquísimo: los dientes. En esta piñata de imágenes se nos ofrece algo más que luminosas metáforas: latidos de poesía, vaharadas de ternura. Así, la descripción de los labios de la mujer (4,3):

C inta de escarlata tus labios,
y tu hablar melodioso.


"M
ujer hermosa ilumina el rostro / y sobrepasa todos los deseos del hombre; / si además habla acariciando, / su marido es el más feliz de los hombres" (Eclo 36,24s). Más allá de cualidades físicas, se valoran bondades éticas, excitantes perfiles de personalidad.


T
us mejillas como mitades de granada
a través de tu velo.

E s tu cuello la torre de David
construida con sillares,
de la que cuelgan mil escudos,
todos escudos de valientes.

E l rojo rosetón de la granada partida (4,3) evoca las dos ingenuas amapolas en las mejillas de Heidi, o el toque de colorete de una damita coquetuela. Ingeniosa, por otro lado (4,4), la fantasía de asimilar un collar de laminillas metálicas con escudos alrededor de la torre. La metáfora castrense nos recuerda que tantas veces el amor es combate con heridas y medallas.

 

 



 Principal | Día de bodas 0|1|2|3|4 | Siguiente