Temía
Hernández que su hijo, a quien llevaba sin ver mucho tiempo, no
le reconociese, y pidió al compañero de cárcel A. Buero
Vallejo un retrato para enviar al pequeñín. El eminente dramaturgo
dibujó a lápiz, unos días después de la sentencia
de muerte de Miguel, esta popularísima cabeza. La envía
el padre a Josefina con una nota (4 de marzo de 1940): |