S
obre mi frente -Gloria a Dios- perfuma
el jardín de la noche un alto ramo
de neón y azahar. Baten su pluma
arcángeles y nubes. Desparramo
los ojos por las ascuas de Su Nombre.
Descendemos.
                    Madrid sangra la herida
de farolas y estrellas. ¡Paz al hombre
sobre el suelo, luciérnaga encendida!
Como un abeto en Navidad, se inflama
de oro el asfalto. Mil ojos de llama
hacen guiños de asombro y de ternura.
Pasmo final: temí bajar al llano
de la impiedad, a la Ciudad oscura,
¡y aterrizo en la palma de Su Mano!

 

 

Sobrevolando
          Madrid

 

         

 



 

 

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