Yo
nací un día que Dios estuvo enfermo. Todos
saben que vivo, que soy malo; y no saben del Diciembre de ese Enero.
Pues
yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Hay
un vacío en mi aire metafísico que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio que habló a flor de fuego. Yo
nací un día que Díos estuvo enfermo. Hermano,
escucha, escucha... Bueno. Y que no me vaya sin llevar diciembres,
sin dejar eneros. Pues
yo nací un día que Díos estuvo enfermo. Todos
saben que vivo, que mastico... Y no saben por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro, luyidos vientos desenroscados de la
Esfinge preguntona del Desierto. Todos
saben... Y no saben que la Luz es tísica, y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza... que él es la joroba musical
y triste que a distancia denuncia el paso meridiano de las lindes a las Lindes. |