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el poema que da titulo a su primer libro de versos [Los 
Heraldos Negros] dibuja la mirada triste de aquel que no encuentra 
respuesta a angustiosos planteamientos morales sobre 
el pecado y la culpa. 
 [Dios] 
es un título afirmativo y místico. Siente Vallejo a Dios en su entorno 
paisajístico y en la expresión erótica. Un Dios enamorado 
de su obra, a quien debe dolerle mucho el corazón.  
 El 
sufridor Vallejo se queja [Espergesia] 
de haber nacido un día equivocado que Dios estaba enfermo grave. Piensa 
que es malo desde aquel vientre, aquella cuna y aquel día (hijo póstumo 
de once hermanos y nieto de curas).
 Dios 
es como el lotero, que reparte al azar buena y mala suerte [La 
de a mil] y tiene que cumplir inexorablemente un Destino, a veces cruel, 
a veces benéfico. Y el ser humano busca desesperadamente un amor que nunca 
le satisface.
 Recordando 
la muerte de Miguel [A mi hermano] 
evoca dramáticamente nuestro poeta el juego del escondite, con la última 
travesura de su hermano ausente.
 Finalmente, 
dentro ya de su poemario sobre la guerra civil "España, aparta 
de mí este cáliz", selecciono unos extraordinarios versos 
[Masa], la profética 
visión de un combatiente muerto que se incorpora y resucita ante la llamada 
misericordiosa 
de una humanidad solidaria. Sigue vivo el combatiente en las entrañas del 
Pueblo, en su causa, en sus ideales, en su construcción de la Fraternidad 
y la Justicia.  |