Encuentro con la muerte
 
Y o quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

A limentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
T anto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

U n manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

N o hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y sientro más tu muerte que mi vida.

A ndo sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

T emprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.


S
obre bellos tercetos encadenados, como olas de un mar de tristeza, se desliza y deshace el corazón del poeta. Inicia su lamento imaginando el cadáver reciente del amigo. Es el encuentro con la muerte como macizo, insobornable dato de realidad. Ofrece litúrgicamente su corazón a la tierra. Sámchez Vidal, en su inteligente estudio de la Elegía, destaca el momento literario, afectivo, ideológico de Miguel, despedazado entre Neruda (cuerpo/corazón) y Sijé (espíritu/pensamiento). En estos versos se entrecruzan las dos devociones. Es un poema amplio, intenso, corazonado, sensorial. Y, al tiempo: bien medido y rimado, contenido. Existe sabia tensión entre la iconografía sangrienta y dionisíaca de la amapola y la apolínea del almendro, blanco, espiritual.

E
n los primeros versos predomina la agricultura de la muerte (Chevallier), que ya ensayó en otros poemas como Vecino de la muerte, publicado en la revista de Neruda. Siembra el corazón del amigo, en versos surrealistas, como abono fecundo.

M
iguel sufre, cristo agonizante ("tanto dolor se agrupa en mi costado / que por doler me duele hasta el aliento"). Recordemos el título del poema España, aparta de mí este cáliz, del también sufridor Vallejo. "Un empujón brutal te ha derribado... Temprano estás rodando por el suelo...": me viene a la memoria el terrible spot contra el Sida, en el que la muerte juega a los bolos con gente de todas las edades salvajemente derribadas. La metáfora de los rastrojos se le asemeja: la muerte ha segado espigas (vidas humanas), y Miguel camina sobre rastrojos de difuntos... Las estrofas Un manotazo duro... y Temprano... reiteran, con obsesiva, enfebrecida circularidad, una triple letanía de agravios.
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