Y
como
raíz
se
hunde

 

 

 









  

 


C
arne de cañón (carne de yugo, carne de cementerio), se unce el niño yuntero a la madera en cruz del arado. V. M. Arbeloa, en La otra Navidad (Verbo Divino, 1993), reinventa esta primera estrofa con un villancico de pie quebrado: "Carne de cruz y de yugo / lleva mi niño. / Un día lo llamarán / "El Crucifijo". / Carne de cruz y de yugo / miles de niños / como bueyes por el mundo / para el martirio...":

C arne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

N ace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

E ntre estiercol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

E mpieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

E mpieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

C ontar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.


 


E
s frecuente en la obra de Miguel la sutil asociación del pobre con Jesucristo. Así, el sudor es una corona grave... para un niño, a fuerza de golpes, fuerte...–Su dolor es mi dolor: me da su arado en el pecho... Flagelación, corona de espinas, lanzada en el costado...
Me parece percibir también resonancias de Isaías 53, poema bíblico del Siervo de Yavé: "Creció... como un retoño, como raíz en tierra seca..., no tenía gracia ni belleza..., considerado basura de humanidad, varón de dolores familiarizado con el sufrimiento..., no hemos hecho caso de él... Fue maltratado y se humilló y no dijo nada... Por sus llagas hemos sido sanados."

T rabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A  fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

C ada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo los pies
la voz de la sepultura.

Y  como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

 

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