Con mi niñita nueva bajo el brazo
salgo a la primavera,
nuestra niña de invierno aún empañada
de calor tuyo y vaho de tu cueva.

Salgo al volar travieso de los pájaros
con mi niñita nueva,
nuestra cachorra acariciada por la nocturna vecindad de tus riberas.

Bajo el brazo la traigo y no me olvido,
al saludaros, de ella,
¡oh juventud del cielo, oh campo verde
y cunetas en flor como una fiesta!

La traigo blanca y rubia y no la cambio
por la menuda hierba
ni por la más silvestre florecilla
que un delantal sin presunción estrena.


¡Cuántas veces los dos hemos salido prolongando la espera
tan frecuentada ya por sus pisadas
y andada con su ritmo hacia la sierra!...

Gorgeos matinales nos descubren
otra vez, pero aquella
éramos, los dos solos, nuestro abrazo,
y ahora somos también su mies pequeña,

su pelusilla rubia, su puñado
de sol, de agua despierta,
¡cortejadla, mis pájaros, y amadla,
mi ruiseñor, y mirlo, y oropéndola!...

Con mi niñita nueva bajo el brazo
salgo a la primavera,
¡mirad que os la presento, aún con escarcha, recién hecha de amor, y nuestra, y vuestra!

 
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