| |||
|
| ||
| |||
| Con urgencias golosas, tiraría de las sábanas el impaciente muchacho pregonando la primavera (2,10b-11): | ||
| |||
Hemos oído muchas veces la tierna, disparatada canción: "Cinco sentidos tenemos: / los cinco necesitamos. / Pero los cinco perdemos / cuando nos enamoramos." La pareja del Cantar no apaga, digamos más bien que ¡abre! todos sus sentidos a la alegría, a la fiesta de la primavera: caleidoscopio de colores por el suelo, tur-tureo de aves migratorias que regresan como nuestras golondrinas al abrigo de rocas y tejados, perfume caricioso de capullos ardiendo, voces enamoradas rondando corazones. Con cantares y vihuela / se conquista a la mozuela (2,12s): | |||
|
| ||
Todos los poetas líricos, y nuestros amantes son poetas, proyectan su sensibilidad humanizando, demonizando su entorno. Pero también, desde la otra orilla, paisaje y paisanaje alcanzan a encender ramitas de alma, prendiendo sentimientos, incendiando pasiones. En primavera / la sangre corre ligera, y se descubre el cosmos como casa de amor. El suelo se levanta vivo, y el querer y la flor se abren al tiempo en simbiosis de ternura. ¡Qué gran noticia, en la Judea de amplios desiertos y duros montes, la resurrección vegetal que devuelve el Paraíso y adelanta mesiánicos tiempos de definitiva abundancia! | |||
|