Si
pudiera hablar mi lengua, si fuera tan orgulloso,
yo que apenas un burrito, perdido en la milpa, solo
Hoy
me han cargado una carga con un rosal y una rosa:
nunca tuviera mi lomo menos peso y más aroma.
Adelante
iba José arreando yuntas de sombras,
atrás ángeles-espejos anticipaban la aurora.
Y
arriba sobre mi espalda, luz de luz, rosa de rosa,
Dios escondido en la Virgen, hostia dentro en su custodia.
En
la procesión nocturna mis patas eran las andas;
candeleros los maizales y el palio las nubes blancas.
Mi
aliento era el incensario; mi hocico carbón en brasa.
Soy su servidor el burro que anduvo nueve jornadas.
Al
filo de nieve y luna vengo pidiendo posada,
¿quién me renta una parcela para una Rosa en su Rama?
Joaquín
Antonio Peñalosa
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