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En todo nacimiento repican campanas de Navidad. Y muchos padres
descubren, en las palpitaciones del corazón de su hijo, enamorados
latidos del Corazón de Dios...
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¡Cuán
cerca todavía de las manos de Dios! ¿Sentís su aliento
rugir entre los cedros del Levante? ¿Hay en vuestras pupilas
rabos de oro, vedijitas, aún incandescentes, de la gran lumbrarada
creadora? DÁMASO ALONSO |
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