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DIOS
Ha
madrugado Dios esta mañana: escuché su trajín, su atareado revuelo
por los árboles. Es tan grande su casa, que no puede dar reposo a
sus manos. Comenzó por las cumbres, barriendo tiernamente las últimas
memorias del invierno. Los ríos le esperaban: pulimentó sus
cauces, enderezó los juncos y puso más verdor en los cañaverales. Se
retrasaba el sol en su redondo sueño y tuvo que encender sus almenaras y
enderezar su rostro gigantesco detrás de las colinas. Puso orden al
loco griterío de los pájaros, dio calor a unos nidos abrumados
de escarcha, y lamió los rasguños de una corza batida por
el viento. Se acercó hasta los mares: limpió los arrecifes, repartió
las espumas, azuleó las aguas, y suprimió el silencio de las
islas. Detuvo una tormenta, mandó que un aire lento peinara los trigales,
que en la tierra brotaran las semillas, que el fuego despertara su furia
en lo profundo. Y descerró las verjas del amor y del miedo. Después
ha descansado un brevísimo instante cerca de mi ventana. Lo
he tenido muy cerca, fragante y luminoso: Me ha mirado y he visto como
una leve duda en sus ojos inmensos, como un cierto dolor, quizás
como un humano desaliento.Antonio
Porpetta
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