| La
gente se reía de su torpe figura sin destino, del zambo caminar de
su mirada, del invierno posado en su sombrero. La gente se reía de
la lucha del aire con sus manos, de sus tercos zapatos de difunto, de la
humilde altivez de sus enconos. Era tan sólo "el loco", así,
sin nombre, como un absurdo viento por la calle, como un trozo de sol inesperado. La
gente se reía. |
| | Iba
de parque en parque, recorriendo
la ruta de los pájaros. Con rotundos discursos explicaba a su
sombra que los pájaros eran sus únicos amigos, que con
ellos hablaba, que le hablaban
desde las limpias copas de los árboles
contándole sus anchas aventuras, sus idas y venidas, los asombros
radiantes de sus alas. La gente se reía... |
| | Se
lo encontraron muerto una alegre mañana, tras las tapias de la vieja
dehesa. Nadie supo explicarse cómo pudo morir en primavera. Nadie
supo explicarse el porqué de su cuerpo derruido bajo una inmensa
nube de pájaros llorando. |
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