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Esta mañana rosa, la savia de mi cuerpo
amaneció cantando.
Mi helada nube, tierna con la aurora,
llovió latidos perfumados.
Se puso en pie
de paz mi árbol.
Las
raíces,
desenvainadas,
ardían en galope de pegasos.
¡Y fue tan fácil para mi fe de alondra
saltar al tercer nido tercer piso
volando,
recordar cada nombre,
r e s p i r a r l o !
¡Fue tan fácil reír desde mis alas,
salmodiar la lección en gregoriano,
dar a beber azul de mis pupilas,
incensar de aleluyas cada banco!
¡Me fue tan fácil
vaciarme
de sombras,
al abrir mi ventana al sol dorado,
derretirme en jardines de vidriera,
bailar mi corazón resucitado!
Agua
Biblia
de sierra
florece por mis manos
de primavera, ungidas
de prímulas, geranios,
azaleas, peonías...
Aquella
fiebre púrpura del Sábado
noche ¡oh
noche del Fuego, de la Vida!
me hizo tan fácil endulzar los ramos
que me saben a beso las palabras,
a higuera, dátil, miel, fresón, los labios.
Oculto
el crucifijo que agoniza.
Entronizo
un
cepellón de nardos.
Y me siento discípulo
a admirar al Dios Mago.
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