Abrís el corazón a los amigos,
subís, bajáis, corréis, soñáis despiertos,
levantáis el balón hacia las nubes,
en el recreo.
Gozáis la libertad, el aire puro,
la tortilla, la broma, el coqueteo,
la ternura del sol, los gritos rosa,
en el recreo.

De pronto, la sirena
congela
vuestro gozo.
Y bajáis a la clase
a sudar en lo hondo.
La mascarilla oculta
la seriedad del rostro.
Ya eres sólo el minero
treinta y nueve del pozo.
Me ajusto la careta
de sabio, de piadoso,
y enfoco a la verdad con mi linterna de oro.


 


¡M
e asfixia esta galería
de aire estancado!
¡Venid hacia el Retiro
a descubrir a Dios entre los álamos
mejor que entre los libros!
¡Viajad a vuestro centro,
que en esta singladura
la Luz viene de dentro!
Rompo mi mascarilla,
y os sorprende mi risa de payaso.
Perdéis vuestro antifaz, quemáis el número:
vuelve a latir el corazón helado.
La sangre que florece tiene nombre,
niñez, olor y sueños plateados,
huellas, firma, perfil, rabia, alegría
y una rosa de fuego en el costado.

Me llaman Profesor: no enseño nada.
Soy hermano mayor que os acompaña
a descubrir en vuestra propia entraña
respuesta a las preguntas necesarias.

                  
                                        

 

 
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