E
spejo de mi carne, sustento de mis alas, te doy vida en la muerte que me dan
y no tomo. M ujer,
mujer, te quiero cercado por las balas, ansiado por el plomo. S
obre los ataúdes feroces en acecho, sobre los mismos muertos sin remedio
y sin fosa te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho hasta en el
polvo, esposa. C
uando junto a los campos de combate te piensa mi frente que no enfría
ni aplaca tu figura, te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura. E
scríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera: aquí con
el fusil tu nombre evoco y fijo, y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo a tu hijo. N
acerá nuestro hijo con el puño cerrado, envuelto en un clamor
de victoria y guitarras, y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras. |