Doloroso
tren
 
Pálido
tren
      
Desmembrado
tren
Interesante el ritmo sáfico (acento en 4ª y 8ª) de toda esta estrofa: El tren lluvioso de la sangre suelta... Circularidad de ritmo, traqueteo espectral. El tren callado de los sufrimientos: misterio del dolor, silencioso y fecundo, de la sangre derramada. (Hay en toda la obra de Hernández sutiles resonancias del sacrificio redentor de Cristo.)

 

T ren de la palidez mortal que asciende:
la palidez reviste las cabezas,
el ¡ay! la voz, el corazón la tierra,
el corazón de los que malhirieron.

S ILENCIO.

 

 

La sangre desciende a la tierra. Los mortales rostros se modelan como efigies de cera. El corazón de los que malhirieron...: ¿no malhirieron a Jesús el corazón con una lanza?

 

 

V an derramando piernas, brazos, ojos.
Van arrojando por el tren pedazos.
Pasan dejando rastros de amargura,
otra via láctea de estelares miembros.

S ILENCIO.

Visión cósmica de miembros luminosos como galaxias: otra vía láctea de estelares miembros. Aleixandre, Neruda, el surrealismo de 1935 palpitan a ráfagas en esta poesía de guerra que confía al torrente salvador del Destino los sufrimientos y gozos del diario fluir.

R onco tren desmayado, enrojecido:
agoniza el carbón, suspira el humo,
y, maternal, la máquina suspira,
avanza como un largo desaliento.

S ILENCIO.

D etenerse quisiera bajo un túnel
la larga madre, sollozar tendida.
No hay estaciones donde detenerse,
si no es el hospital, si no es el pecho.

S ILENCIO.

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