Desfallezco
de amor 2,1-7 | Prosigue el diálogo ¡siempre los amantes obsequiándose con ramos de palabras!, hasta llegar, por el camino de la ternura, a ser uno en dos cuerpos. Abre la muchacha sus intensos labios y se transforma para el amado en flor de hondo perfume. Nuestro sabio refranero sentencia líricamente: quien trae flor / sabe de amor (2,1): | |||
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| De los lirios dijo Jesús que "ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno solo de ellos" (Lc 12,27). La pequeña novia no ignora sus encantos y se afirma gallardamente. Su amante confirma lo que ha oído y lo extrema (2,2): | |||
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Ella le devuelve el piropo, y se incluye en una comprometida metáfora. La sombra del amado de su alma podría parecerle como una dulce proyección de la sombra amorosa y fecunda de Dios. "El Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1,35), dijo el ángel a María en la bendita Encarnación (2,3s): | ||||
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Poetiza Juan de Yepes en su Cántico Espiritual el colocón en que se extravían los amantes: "En la interior bodega / de mi amado bebí, y, cuando salía / por toda aquesta vega / ya cosa no sabía, / y el ganado perdí que antes seguía." El campo del amor podría convertirse en paisaje de caídos estandartes, mas casi siempre brilla con llama de gloriosas banderas (2,4): | ||||
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El mal de amor no se cura con jarabes ni aspirinas. Daremos a probar a la enferma una reconfortante torta de uvas pasas, afrodisíaca, poderosa de fertilidad. O quizá sea mejor un vaso energetizante de jugo de manzanas (2,5): | ||||
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Pero este mal "no se cura / sino con la presencia y la figura" (SJCruz, CE 11). Acaricia el amante el entregado cuerpo de su amiga que nos confidencia con emoción (2,6): | ||||
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Emilia Fernández Tejero, autora de una hermosa Ironizó Balzac sobre el abrazo íntimo, afirmando que para una mujer entregarse a un hombre es como "poner un violín en manos de un gorila". La ingenua sapiencia popular observa que mujeres y guitarras / es menester mucho tino / para templarlas, como si sólo en las manos del hombre estuviera la clave última del placer de su pareja. No le fue tan mal en el juego afectivo al enamorado de nuestra historia, y se ha quedado dormido, en la pequeña muerte de amante satisfecho. Advierte a sus amigas la vigilante novia: | |||
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