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a mujer ha venido protagonizando el Cantar. El presente capítulo
perfila el retrato de su amigo, que juega fuerte al escondite, a quien la sorprendida
enamorada describe, al tiempo, como dulce y majestuoso.
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La cabeza cuajada de rocío 5,2-3 |
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Sola, de nuevo, por la noche (recordad 3,1-4),
la esposa enciende, en duermevela, el sexto sentido con el que toda madre, toda
amante vigila y protege, al dormir, a sus seres queridos. Probablemente está
furiosa por la doble moral que permite al varón irse de copas con amigos,
echarse de vez en cuando una juerguecita al aire, mientras ordena para la mujer
casada: / con la pierna quebrada y en casa (5,2a): |
Y
o duermo, pero mi corazón está despierto.
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Sugiere
Fray Luis que la mujer enamorada se comunica telepáticamente con su amado
a través de los sueños: "Ansí cuando el cuerpo duerme
y reposa, entonces está el corazón velando y regocijándose
con las fantasías de amor, rescibiendo y enviando mensajes ".
Alguien
pronuncia, como en susurro, el nombre de la bella (5,2b): |
¡U
na voz: mi amado llama! | Al
otro lado de la puerta, la requiebra su seductor amante con un interesado ramillete
de piropos (5,2c): |
¡Á
breme, hermana, amiga mía, mi paloma, mi perfecta, que tengo la
cabeza cuajada de rocío, mis cabellos con relente de la noche!
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Perlados sus cabellos de rocío, esa fría humedad del
mediterráneo que tanto agradece la vegetación de Palestina, el novio
aventurero reclama calor de hogar: lumbre baja en el salón, brasas de erotismo
por el cuerpo de la amada. No es el primer galán, ni habrá de ser
el último, que ronda con escarcha por los hombros: "La paloma está
en su casa / abrigadita y caliente, / y el palomo está en la esquina /
dando diente contra diente." Pero
ella tiene ganas de jugar de castigar un poco su arrogancia, e inventa
divertidas, provocadoras excusas (5,3):
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Y a me he quitado
la túnica: ¿tendré que vestirme? Me lavé los
pies: ¿volveré a manchármelos?
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