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| Para comprender, para sentir la honda belleza, el fastuoso exotismo de este cortejo, distingamos el plano de realidad dos humildes novios que se comprometen ante la comunidad como pareja y el plano simbólico: más allá de apariencias, como en los cuentos
de hadas, se trata de los esponsales y coronación de un rey y una reina.
Sus acompañantes les protegen como guardia real. Y la sencilla litera es
en realidad trono o tienda nupcial y hasta podría hablarse de palacio en
miniatura donde, según cierta tradición siria y transjordánica,
permanecerán sentados los esposos durante la semana de las celebraciones
nupciales (3,7s): | ||||
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| Difícil de olvidar el festivo cortejo al anochecer de El violinista sobre el tejado, portando velas (Mt 25,1-13) en compañía del novio a casa de la novia y regresando alborozadamente, con ella en vuelo, hacia el nuevo hogar. En el Cantar (3,9-11) se detalla la riqueza del palanquín del rey sabio, evocando, sin duda, su lujosísimo desposorio con la hija del Faraón (1 Rey 9,16): | |||||
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La
reina madre protagonista de nuevo la mujer corona rey a su augusto
hijo. En ciertas tradiciones de oriente medio atavían al novio con turbante
en forma de real diadema o con verdadera corona, como en el rito ortodoxo, donde
son coronados ambos contrayentes. | ||||
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