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¡Baja del Líbano! 4,
8-11 | |
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Por la
cordillera del Líbano, al norte de Palestina, se desarrollaban espesos
bosques de gigantescos cedros, muy solicitados por su olorosa y resistente madera
para la construcción de palacios y edificios religiosos. Líbano
significa blanco, por sus nevadas cumbres de generosas y purísimas
aguas. En la época bíblica abundaban por su salvaje umbría
leones y leopardos. El novio, que acaba de declarar perfecta a su maravillosa
amiga imaginándola convivir por los altos bosques del Líbano con
la nieve y las fieras, y hasta casi tocar el cielo con sus hombros, la vive en
su fantasía como mujer silvestre, misteriosa, lejana, inaccesible. Con
temblorosa y enamorada voz suplica (4,8):
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¡V
en desde el Líbano, esposa
mía, baja conmigo del Líbano! Desciende desde las cumbres
del Amaná, desde las cimas del Senir y del Hermón, de las
guaridas de leones, de los barrancos de panteras.
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Desgraciadamente
hoy no sería posible vivir esta mágica historia de amor, porque
apenas se conservan algunas manchas de boscaje en los altos del Líbano.
Me solidarizo con el poeta Homero Aridjis que ha sentenciado suplicio para los
que aniquilan los bosques: "El espíritu del talamontes / andará
siglos de mediodías / buscando sombra / en un bosque de árboles
talados ". |
M
e has robado el corazón,
hermana mía, esposa mía, me has robado el corazón
con una sola mirada tuya, con una sola perla de tu collar
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Mirar
los ojos de la amada, tan azules de cielo y nieve (4,9)... Alimentarse con su
brisa aunque sea
por la magia de un retrato... Así escribía Miguel, desde la cárcel,
a suJosefina refiriéndose al hijo: "Todos los días os saludo
en la foto, y mirando sus ojos y los tuyos me doy ánimo. Es decir, que,
además de la ración de zanahoria, como cada mañana una ración
de ojos...". |
¡Q
ué amorosas son tus caricias,
hermana mía, esposa mía, qué deliciosos tus amores!
Tus amores son mejores que el vino.
M
ejor la fragancia de tus aromas
que cualquier otro perfume. L
os labios de mi esposa destilan
pura miel, debajo de tu lengua hay miel y leche. Y el olor de tus vestidos
es fragancia del Líbano. |
¿No
os resuena (1,3s) este bello poemita que nos vuelve
a hablar (4,10s) de amores, vino, aromas? Así inauguró el Cantar
la enamorada, pidiendo besos y caricias. Pero ahora es él quien, abriendo
toda su piel, su sangre, sus latidos al amor, intercambia caricias, besos, aromas...
Si Dios anuncia a su pueblo derrotado y triste "una tierra que mana leche
y miel" (Ex 3,8), ¿no alcanzarán a ser, para el amante, la
lengua, los labios, la boca de la amada: patria de delicias, jardín de
alegría? ¿Y
qué decir del olor de sus vestidos a fragancia del Líbano, exquisita
variable muy practicada por el fetichista, pero también gozada por el sabio?
Lírica bendición la del anciano Isaac, ya ciego, hacia su hijo Jacob:
"¡Oh, el olor de mi hijo es como el olor de un campo fértil
que Yavé ha bendecido!" (Gen 27,27). El enamorado de las dos últimas
estrofas expresa sensaciones (gusto, caricia, aromas) placenteras también
para invidentes. | |