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D
esperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca.
Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma
por pluma. | |
S e
pueden descubrir ciertas equivalencias: risa = vuelo, cuna = nido. En un
manuscrito de la guerra, se leía:
"Bastante envidia me da, no poca tristeza, no ser niño
todavía, aquel niño que yo era hace no muchos años, cabrero
y nada más..."
Me viene al espíritu el aforismo de Jesús: Si no
os hacéis como niños...
Triste llevo la boca...
Desde la cárcel de Orihuela escribe a Josefina: "Todos
los que hay aquí, mil setecientos, tienen una cara de presos que meten
miedo. Seguramente a mí me pasa lo mismo. Pero como no me veo, no me asusto..."
La risa vence a la cárcel,
vence a la muerte.
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S
er de vuelo tan alto, tan extendido, que tu carne parece cielo cernido.
¡Si yo pudiera remontarme al origen de tu carrera! |
| S
e
habla de cielo cernido
experiencia la de cerner harina habitual en su casa de Orihuela y Cox,
y, antes, de meteoro herido,
perfume que no cesa...: ¿nostalgia de remota fe ("se
me ha olvidado Dios"), añoranza de arcangélicos
vuelos, Miguel de las batallas?
"Si yo pudiera / remontarme al origen...":
la misma puerta que se abrió para la vida, se abrirá para el sueño
final. Todavía nos resuenan aquellos estremecidos versos de Orillas
de tu vientre: "Trágame,
leve hoyo donde avanzo y me entierro. / La losa que me cubra sea tu vientre leve,
/ la madera tu carne, la bóveda tu ombligo, / la eternidad la orilla." |
A
l octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades.
Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. |
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