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R
efiere Josefina
lo interesado que estaba Miguel en todo lo referente a los dientes del niño.
Así, la encomienda: "Bésale
los cuatro dientes que le han salido de mi parte, que pronto se los besaré
yo con toda mi alma."
Diminutas ferocidades... Por
la noche de Eterna sombra
laten falsas luces, como fuegos fatuos: "Sólo
el fulgor de los puños cerrados, / el resplandor de los dientes que acechan.
/ Dientes y puños de todos los lados. / Más que las manos, los montes
se estrechan." Dientes
que acechan para la destrucción. O para la defensa (¿no se dice
coloquialmente me defenderé con uñas y dientes?). |
F
rontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura
sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el
centro. | |
B
esos y dentelladas.
Besos a dentelladas (Espadas como labios, que escribiría su amigo
Aleixandre). El camarada Miguel Hernández prepara a su hijo para la vida,
para la lucha por la justicia ("cuando
en la dentadura / sientas un arma"). Violencia y ternura:
también habrá que disponerle para los besos hondos ("Sientas
un fuego / correr dientes abajo"). |
V
uela niño en la doble luna del pecho. Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo
que ocurre. | |
E n
los escarceos derechones de Orihuela escribió (Vía
de campesinos):
"A
ti, campesino, como a ti, niño: se te debe enseñar a no saber nada.
Así tendréis voluntad de palma, que va donde se propone y no voluntad
de mimbre, que va donde lo llevan."
Tentación de regreso a lo natural, recelando de la cultura, de la
política.
V
ictor Manuel
Arbeloa, en La otra Navidad, enciende un villancico, o canción-de-cuna,
para acabar de dormir al niño que nació con
ojos de mil años en
los establos de la pobreza: "Sigue en tu estuche / de sueños y esperanzas
/ blancas y azules. // Que la vida no es dulce / para el que lucha y canta, /
para el que sufre. // Que no hay querubes / para llevarte en andas / sobre las
nubes. // No te derrumbes. / No sepas lo que pasa / ni lo que ocurre." |
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