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Por una saetera de dos dedos de ancho desciende un hilillo de luz. En este nicho asfixiante como una tumba, sin permitirle ni cambiarse de ropa, se va deteriorando por nueve meses la salud de Juan. Pero, en místico sueño, viaja por interiores paisajes, embriagado del más puro amor:
Así, entre
suspiros, nostalgias, éxtasis, amores, lágrimas..., brotará
de su alma, como de una pradera, el Cántico espiritual, la más intensa
exégesis del Cantar bíblico. Trece años después, un 13 de diciembre de 1591, rodeado por la comunidad en su último lecho, minutos antes de subir al cielo a cantar maitines con el Señor, iniciaría el prior la lectura de la recomendación del alma. "Dígame, padre, de los Cantares, que eso no es menester", suplica afablemente fray Juan. Y, cuando le están leyendo los versículos del Cantar de los Cantares, comenta ilusionado: "¡Oh, qué preciosas margaritas!".
El Cantar llevó
a fray Luis a la cárcel. El Cantar salvó a fray Juan de la cárcel.
¿Y qué pasó con Teresa, universal Doctora? Que, entusiasmada
con el Cantar ya desde las primeras fundaciones, fue redactando sucesivas Meditaciones
sobre los Cantares. Pero, en 1580, a sólo dos años de su muerte,
recibiría del padre Diego de Yanguas la orden de quemar todos sus comentarios
al Cantar, cosa que realizó por obediencia en cuanto estaba en su mano.
Una
simpática anécdota de la santa: refiere en sus
meditaciones, bajo la leyenda bíblica "Béseme el Señor
con el beso de su boca...", la inmadura reacción de algunas religiosas
a lo largo de una plática de Jueves Santo :
¿Por qué reían aquellas monjitas al oír hablar de amor en clave de erotismo? ¿Qué delito cometió fray Luis al traducir y comentar castizamente el original hebreo del Cantar? ¿Por qué envolvería a Juan de Yepes la nube del trance místico al recordar canciones de novios recostado sobre la vertical de un pozo negro? En una palabra: ¿qué hondos significados se descubren, también hoy, en los ardientes, mágicos coloquios del Cantar? | |||||||||||