L Padre Gar-Mar, desde una visión alegorizante,
espiritual del Cantar, restringe su lectura a la confidencia secretísima
con Dios:
"Claro
está que el Cantar de los Cantares no debería ser leído en
público, ni siquiera en un público de personas selectas: es un libro
de meditaciones íntimas para el trato secretísimo entre Dios y el
alma, análogo a la reserva de las efusiones y confidencias matrimoniales..."
Semejante
pudor ha llevado a la Iglesia Católica a un uso muy restringido del Cantar
de los cantares en la liturgia nupcial. Se permite una sola lectura del Cantar
de cuatro retales con tres tijeretazos: 2,8-10.14.16;8,6-7. ¡Lástima!,
pues ¿qué mejores textos de boda que los diálogos tiernos,
espirituales y libres de los novios del Cantar? La visión con cataratas
de hombres de fe que no aciertan a descubrir, en primera lectura, el erotismo
del Cantar se podría deber a que, mirando a contrasol, en lectura mística,
temiendo acaso ser infieles a su compromiso celibatario que incluye pensamientos
y deseos, han preferido trascender la parábola del amor de pareja desdibujando
la realidad humana, tan en primer plano en el
Cantar, de dos seres que se aman también
con el cuerpo. La
Introducción al Cantar de los cantares, de la Nueva Biblia Española,
lamenta tanta alegoría, tan deshumanizante vuelo místico (con dificultad
se comprende una mística sin raíces de erotismo):
"No
es ése el camino. Quien no crea en el amor humano de los novios, quien
tenga que pedir perdón del cuerpo, no tiene derecho a remontarse; porque
"quien no ama al hombre, que ve, ¿cómo amará a Dios,
a quien no ve?" (1 Jn 4,20). En cambio, afirmado el amor humano, es posible
descubrir en él la revelación de Dios que "es amor". No
se ha dicho cosa más alta de Dios. Ni del amor." El
Cantar es un relato bellísimo en el que dos novios/esposos viven, evocan,
proyectan emociones en torno a su relación. Se trata de una verdadera parábola
como las de Jesús, que contaba hermosas historias de personajes de la calle
con diferentes niveles de lectura. Hablamos de novios y esposos
con cierta ambigüedad, porque el tiempo del Cantar comprende, al menos, desde
el año aproximado de esponsales (noviazgo muy formal, en el que la infidelidad
era castigada como adulterio) hasta el período de boda y celebraciones
nupciales que solían prolongarse hasta una semana. Anne-Marie Pelletier
versiona novio o esposo indistintamente, "porque el texto no
contiene elementos que desarrollen una dimensión conyugal de la relación,
en el sentido institucional de la palabra". Curioso: en la edición
de dos libros de poesía (Bazar y Casilda), mi padre escribió
como dedicatoria: "A Casilda, mi eterna novia" y "Tu siempre novio".
El amor es lumbre baja, la ley chimenea y ámbito. |